No fue el buen aspecto de sus canteras lo que llevó a Will Crampton a las salvajes tierras de Surinam.
Fueron las destrezas técnicas de sus animales.
Con su osciloscopio portátil Fluke ScopeMeter® en la mano, el profesor Crampton y un equipo de grabación de National Geographic volaron a la reserva natural de Raleigh Vallen, que cuenta con algo más de 525 000 hectáreas en julio de 2011. Su objetivo: capturar al pez eléctrico más poderoso del mundo, el Electrophorus electricus (la anguila eléctrica), y medir su potencia.
Larguirucha, de color barro y con ojos diminutos, la anguila eléctrica puede llegar a una longitud de 1.8 metros de y un peso 20 kilos. No es una anguila de verdad. Se trata de uno de los peces cuchillo neotropicales de la especie de los Gymnotiformes, más cercano al pez gato.
Como otros peces de esta especie, la anguila eléctrica puede general campos eléctricos de baja potencia para nadar a través de entornos turbios e identificar a otros peces de su especie. Pero el Electrophorus electricus también puede generar una corriente de CC lo suficientemente potente como para aturdir a su presa y electrocutar posibles depredadores para convencerlos de que tomen otra cosa para cenar.
Esta capacidad genuina fue la que atrajo a los productores del canal Nat Geo WILD de National Geographic cuando planeaban una serie sobre "animales superpoderosos". La anguila, que se desenvuelve sorprendentemente bien en aguas con muy poco oxígeno, encajaría perfectamente en el episodio "Sobrevivientes extremos".
Hacia lo salvaje
National Geographic se puso en contacto con Will Crampton, profesor adjunto en el departamento de biología en la Universidad de Central Florida, en Orlando. Crampton es uno de los mayores expertos en peces eléctricos del mundo. En los años 90, consiguió su doctorado gracias a un proyecto de cuatro años de duración que se centró en el estudio de los Gymnotiformes en la ciudad brasileña de Tefé, al norte del Amazonas, en el estado de Amazonas. Crampton conoce bien los trópicos y los peces que habitan sus aguas. En 2009, colaboró con Nat Geo en un proyecto anterior para investigar anguilas eléctricas.
Así que en julio de 2011, Crampton y Roeland Doust, productor y director de la productora londinense Windfall Films, volaron hasta la capital surinamesa de Paramaribo. Allí alquilaron un avión para la travesía de 50 minutos hacia suroeste hasta Raleigh Vallen y el camino a pie por una senda de tierra en Foengoe Island, en la mitad del río Coppename, no muy lejos de la catarata más alta de Surinam.
"Buscaban una secuencia relativamente corta que mostrara lo que es una anguila eléctrica, cómo genera su campo eléctrico y para qué lo usa", relata Crampton. Parece fácil, pero no lo fue.
"Fue todo un reto: tuvimos muchas dificultades para encontrar algo de hecho", afirma. "Los niveles del agua eran muy altos. Nos encontrábamos ante el resultado de una serie interminable de tormentas y el caudal del río había crecido. Todo estaba inundado. Nos vimos obligados a cambiar la estrategia".
Crampton usó un detector de peces diseñado por él mismo para detectar las señales eléctricas que producen las anguilas eléctricas y los peces cuchillo. El buscador crea una señal de audio que avisa si el pez está cerca.
"Puedes oír a la anguila eléctrica, que tiene un chasquido de baja frecuencia muy peculiar", explica Crampton, "y puedes oír a cualquier pez cuchillo con poca electricidad, que puede sonar como un chasquido, un zumbido, un silbido o un pitido. La anguila eléctrica es peculiar por su pulso cardíaco lento y porque puede detectarse a una gran distancia".
Usando el detector de peces, Crampton encontró un punto en el que podía oír varias anguilas. En aquel momento, el agua estaba disminuyendo muy deprisa. Colocó una trampa y pidió a varios pescadores locales que pescaran en el canal con anzuelo y sedal. A tan solo un día del regreso, capturaron una anguila de medio metro de longitud.
Creada para ser eléctrica
La anguila está optimizada para crear electricidad, incluso su misma forma. Ha perdido todas las aletas excepto las pectorales (que parecen orejas) y la aleta anal, que se extiende a lo largo de la parte trasera del pez en casi toda su longitud. No se mueve coleando, sino ondeando su alargada aleta, lo que le permite nadar hacia atrás casi tan bien como hacia adelante.
"Esta evolución se debe a que necesitan mantener sus cuerpos rectos para mantener la integridad del campo electrostático que generan", explica Crampton, "y hacerlo más eficiente para generar una imagen del mundo que las rodea".
La cavidad corporal de las anguilas es realmente compacto y muy cercano a la cabeza. "Eso les permite dedicar la mayor parte de sus cuerpos al tejido de órganos eléctricos", añade. "Todos los peces eléctricos de Sudamérica son esencialmente una batería eléctrica gigante".
La energía eléctrica de la anguila le permite sobrevivir en aguas donde los niveles de oxígeno se acercan a cero. La anguila también puede respirar aire y llega a aprovechar hasta el 80 % de su oxígeno tomando bocanadas de aire. Su boca está alineada con delicados vasos sanguíneos que absorben el oxígeno. "Tiene que tomar aire", insiste Crampton. "Si no alcanza la superficie, se ahoga". En las aguas con poco oxígeno que habitan las anguilas, tomar un poco de aire fresco es básico para su supervivencia.
"Las anguilas eléctricas engullen peces, crustáceos, ranas y otras cosas (se los tragan enteros)", afirma Crampton. "Es posible que ser capaz de electrocutar cosas y engullirlas sin tener que manipularlas en la boca, y sin tener que preocuparse por las espinas y otras cosas les haya permitido desarrollar su boca como un órgano respiratorio que un pez común no tendría".
Cuánta electricidad emite la anguila
Con la anguila acorralada en una piscina hinchable, Crampton y el equipo preparan su osciloscopio portátil Fluke ScopeMeter® 190-202 para medir la energía de salida del animal. Aunque no se concibió para mediciones biométricas bajo la lluvia y la humedad de la jungla de Surinam, la durabilidad y el diseño compacto del instrumento son perfectos. Sus baterías proporcionan una gran potencia durante días de trabajo.
"Puedes andar dándole golpecitos y no tienes que preocuparte de que vaya a fallar", afirma Crampton. "Nunca he comprobado que sea completamente resistente al agua, pero en una ocasión se llenó de agua de lluvia y no me molesté en cubrirlo. No le pasó nada.
El Fluke mostró con toda claridad las formas de onda", cuenta Crampton. A continuación, se llevó a cabo una demostración usando un grupo de luces LED y capacitadores creado por Jeff Lambert, ingeniero eléctrico en el laboratorio de Crampton. "No pudimos probarlo, porque no tenemos anguilas eléctricas en el laboratorio", dice. "Es ilegal tener anguilas eléctricas en Florida, a menos que cuentes con un permiso. Les iría muy bien aquí". Como si estuviera preparado, la anguila de Surinam encendió los LED.
"El objetivo era medir la tensión", continúa el profesor. "Hay que aislar la anguila eléctrica de cualquier carga que altere su circuito eléctrico. Para ello, la colocamos en una lámina de plástico seca. Preparamos el dispositivo ScopeMeter® de modo que tuviéramos un electrodo en la cabeza de la anguila y una toma de tierra en la cola. Esta anguila medía medio metro y creo que la tensión que nos indicó la pantalla era de 498 voltios. La corriente se aproximaba a un amperio".
Crampton valoró mucho la flexibilidad del ScopeMeter. "El oscilómetro de Fluke te ofrece una oportunidad magnífica", nos confiesa. "Se pueden capturar señales a una velocidad de rastreo muy alta y con una buena resolución de bits de una sola vez (no es necesario amplificar las descargas débiles ni las fuertes). Pude obtener registros de las descargas débiles cuando la anguila eléctrica estaba en el agua, y de las descargas fuertes en la lámina de plástico. Solo tuve que darle unos golpecitos en la cabeza para molestarla; eso fue suficiente para que generara una descarga fuerte".
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